Otra vez una grata sorpresa en medio de tanto bombardeo mediático de que “todo está mal”. Esta tarde me encontré con un puñado de bomberos que -aprovechando un rato libre- tomaron las herramientas de trabajo para colaborar con la obra de remodelación del cuartel, de Monteagudo al 200.
Es cierto que no es su tarea, porque además están recibiendo colaboración del Gobierno provincial -vía Ente de Infraestructura- pero ese gesto es una muestra más de que el compromiso de estos hombres va más allá de un horario preestablecido o una mínima remuneración. Por cierto, usted lector: ¿colabora con los bomberos, de los que seguramente se enorgullece al ser un modelo de gestión en el Noroeste?
FUENTE: lawebdetafiviejo.com.ar
jueves, 21 de enero de 2010
jueves, 5 de noviembre de 2009
martes, 3 de noviembre de 2009
"Ser bombero es estar dispuesto a dejar el alma en cada emergencia"
El fuego furioso y devastador se ha encendido otra vez. Sus rostros muestran señales de cansancio. Sus pestañas, chamuscadas de incineraciones anteriores, se abren ante el alarido de la sirena. No importa si perdieron el casco en otra batalla o si esa tarde habían planeado llevar a sus hijos al parque. Ellos deben acudir al llamado desesperado. Y no lo dudan. En pocos minutos, los bomberos vuelven a rodearse de llamas.
En los últimos tres meses Tucumán ha registrado un récord de incendios: más de 1.000. La extensa sequía y el calor avivan los siniestros forestales y renuevan cada día el poder destructor que tiene el fuego. En este contexto, los bomberos se han convertido en verdaderos héroes anónimos que luchan en soledad, rodeados de chispas y llamaradas amenazantes.
En la provincia, la mayoría de los bomberos son voluntarios. Son 120 efectivos que dividen su tiempo entre el trabajo que tienen para sobrevivir y su pasión por combatir el fuego y ayudar a quien se encuentra en peligro. A diferencia de los bomberos que pertenecen a la Policía, los voluntarios no perciben sueldo. Los cuarteles se sostienen por el aporte de la comunidad, de empresas y de algunos gobiernos.
Sus historias están llenas de entrega y de sacrificio. "¿Cuántas vidas habrá salvado Jorge Reitich en sus 27 años de trabajo?" Muchas, aseguran sus compañeros del cuartel de Tafí Viejo. Pero quizás él no tuvo tiempo de contabilizarlas. Si tiene algunas horas para dormir, Jorge lo hace directamente pegado a la autobomba, listo para cualquier emergencia.
Los días de Reitich, de 42 años, están repletos de adrenalina, y de corridas. Muy temprano, a las 8, entra a su trabajo en un barrio en construcción, donde se desempeña como maquinista. Cuando termina su labor, a las 18, vuela al cuartel. Cambia el overol por el traje azul especial contra incendios y corre a cubrir las emergencias. A veces, se queda dormido de parado. La semana pasada pasó las noches en vela, trabajando hasta las 5 de la mañana en el basural Pacará Pintado.
Jorge no cobra sueldo, al igual que la mayoría de sus 20 compañeros que se desempeñan en el cuartel. Los bomberos sostienen que el sistema de voluntariado debe ser así y si algún día cambia ya no será lo mismo. "Esto se hace con amor; es pura pasión", asegura Carlos Cambera, que acaba de cumplir 42 años de servicio en el cuartel de Tafí Viejo.
La dura obligación
Después de haber cargado 72 horas seguidas en diferentes campos de batalla contra el fuego, Carlos cuenta que su tarea le ha costado muchas veces problemas familiares. "Tengo una sola hija y el día de su comunión no pude ir", lamenta. Su familia tuvo que aprender que él podía abandonar la cena en cualquier momento para asistir a una urgencia. Comprendieron que socorrer a alguien o evitar que un incendio le robe a un vecino todo lo que había construido a lo largo de su vida era más importante.
El sueño de convertirse en un bombero heroico pasó por la mente de muchos niños. Carlos Peralta fue uno de ellos. Pero la vida lo había llevado por otros rumbos. Hace unos años, cuando su padre falleció, decidió ser voluntario. Pasó por varios cuarteles hasta que logró conformar un grupo y abrir uno en Yerba Buena. "Siempre estuve muy orgulloso de mi padre, que era bombero. Aunque él sufrió muchas enfermedades en los pulmones por su profesión, yo quería ser igual; arriesgarme y ayudar a la gente", cuenta.
A los 32 años, Peralta acaba de convertirse en padre por tercera vez. Casi no puede disfrutar a su bebé. Desde hace dos semanas, ni siquiera logra sentarse a comer con su familia. A la mañana se desempeña como empleado público y dedica sus tardes a sofocar incendios. En los últimos tiempos, tuvo hasta cuatro siniestros diarios en el cerro San Javier. Los incendios forestales son prácticamente nuevos en la provinica. Para llegar a cada siniestro, los efectivos debieron aprender a hacer largos caminos en medio de la vegetación, de noche, sin senderos demarcados. Aunque se estima que los bomberos voluntarios tienen que donar unas seis horas diarias, algunos trabajan por estos días el doble y hasta 20 horas.
Salvar una vida, según Carlos, es muy satisfactorio. Pero también la carrera del bombero está plagada de dolor y sufrimiento. "Cuando el fuego se cobra una vida, uno siente tanta impotencia... Las llamas no respetan a nadie y hay que darles batalla", expresa.
Ser bombero voluntario es estar dispuesto a dejar el alma en cada emergencia, según Peralta. Fortaleza y solidaridad son esenciales para ellos. Porque saben que muchas veces su lucha no termina cuando se apagan las llamas y que sus hombros también sirven a la gente para descargar lágrimas.
La esencia de una vocación
- No dan más.- La seguidilla de incendios forestales y de quemas de caña tiene a mal traer a los bomberos. Por estos días, en los que se registran altísimas temperaturas, muchos se deshidratan mientras trabajan y ni siquiera pueden soportar la ropa especial que tienen que usar para protegerse. Para los bomberos la situación es atípica. Normalmente, para esta fecha, los siniestros bajan en gran medida.
- "Especie en extinción".- Quienes dirigen los cuarteles de bomberos voluntarios creen que son casi una "especie en extinción" porque cada vez se suman menos jóvenes a los grupos. El motivo, según Carlos Cambera, que comenzó su carrera de bombero a los 15 años, es que se trata de una actividad muy dura, que exige sacrificios y no tiene un sueldo.
- El placer de ayudar.- En tiempos en que para muchos lo único que moviliza es el beneficio personal, algunos eligen dar su tiempo a cambio del placer de ayudar. En el país existen 620 cuarteles de Bomberos Voluntarios. Ninguno cobra por su trabajo. Los primeros surgieron en Buenos Aires, a principios del siglo XIX, de la mano de los inmigrantes. En Tucumán, hay unos 120 efectivos en los cuarteles de Lules, Tafí Viejo, Yerba Buena, Aguilares, Alberdi, San Miguel (capital), Alderetes, La Florida, Concepción, Monteros, Tafí del Valle y Las Talitas. En otras localidades, como en Simoca, ya comienzan a armarse grupos.
- Advierten sobre los que piden en los semáforos.- Bomberos de Yerba Buena, Tafí Viejo y Lules repudiaron el accionar de algunos bomberos que en los semáforos piden dinero a la gente. Dijeron que los voluntarios no se sustentan de esta forma, sino a través de subsidios, de rifas y de ayuda de empresas. Además, señalaron que estas personas exigen ayuda en nombre del incansable trabajo que por estos días ellos realizan en los cerros y campos.
Fuente: www.lagaceta.com
lunes, 19 de octubre de 2009
Tiraron 50.000 litros de agua sobre el cerro San Javier
El avión hidrante al servicio de la Nación llegó ayer de Jujuy y desempeñó un papel clave en el control de tres nuevos focos de incendio. La aeronave hizo 25 vuelos a lo largo de la jornada. Las llamas llegaron a 800 metros de una zona poblada.
Realizó 25 vuelos hacia el cerro San Javier. El avión hidrante, que llegó desde Jujuy ayer para combatir el incendio que se desató el martes, ayudó a controlar tres nuevos focos que convirtieron parte de la montaña en un infierno. En uno de ellos, las llamas llegaron a menos de un kilómetro de la zona poblada. Durante la mañana de ayer se detectaron dos grandes incendios. Uno estaba ubicado en el paraje denominado El Tapial y el otro, entre la Gruta de la Virgen y el santuario del Gauchito Gil, donde durante la semana pasada ya se habían desatado otros focos ígneos. Por la tarde se descubrió otro siniestro al norte, dentro de la reserva Parque Sierra San Javier.
El operativo del que participaron bomberos voluntarios de Lules, de Tafí Viejo y de Yerba Buena y personal de la comuna de San Javier.
Mientras el avión realizaba los viajes, personal de los distintos cuerpos de bomberos y del parque Sierra San Javier trabajaba en el cerro para combatir las llamas. "Se están quemando troncos muy gruesos, que generan mucho humo y reducen la visibilidad; todo esto hace más difícil extinguir el fuego", explicó el piloto. El personal de tierra destacó que es muy complicado acceder a los sitios en llamas, ya que se trata de laderas muy escarpadas. De todos modos, los rescatistas trabajaron cargando mochilas con capacidad para 20 litros de agua.
El despliegue fue impresionante. En el aeroclub se instalaron tres autobombas con las que se recargaba el avión. En cada vuelo, la aeronave sólo demoraba cinco minutos en despegar, arrojar el agua y aterrizar. En tierra permanecía dos minutos, tiempo suficiente para que los bomberos carguen 2.000 litros de agua.
fotos: La Gaceta.
sábado, 17 de octubre de 2009
Tres taficeños murieron en un terrible accidente
“No pude hacer nada, no pude hacer nada, se me vino encima, lo siento mucho, pero no pude hacer nada”. Juan Américo De Andrea estaba shockeado. El hombre no dejaba de repetir lo que había sucedido y pedía perdón a quien se le acercaba. A metros suyo la imagen era desoladora. La mitad del camión que él manejaba estaba sobre el pavimento, y la otra en la banquina.
Los hierros retorcidos de lo que había sido un Dodge 1.500 se confundían con la trompa del camión. A simple vista se habían fundido. Los dos, además, eran rojos.
Tres personas murieron ayer por la tarde en un impresionante accidente ocurrido sobre la ruta 9, a la altura de la Cuesta del 25, sobre el kilómetro 1.317. Nadie, ni los socorristas, ni los funcionarios judidiciales, ni quienes pasaban en sus vehículos podían sacar la vista de los vehículos.
Eduardo Roberto Céspedes tenía 52 años. El hombre era sargento ayudante de la Policía y trabajaba en la comisaría de Lules. Pero ayer estaba de franco. Vivía en Tafí Viejo con su familia. En horas de la tarde se puso al volante de su Dodge 1.500, patente TPQ-900. Lo acompañaba su amigo Pablo Miguel Galván, de 35 años. Juntos emprendieron el viaje hacia Benjamín Paz. Algunos allegados explicaron que Céspedes vendía quesos, y los compraba en esa ciudad, al norte de la capital, donde además reside su hermano.
Cuando llegaron se encontraron con su amigo Ernesto Bernardo Román, de 59 años, que también vivía en Tafí Viejo. Aparentemente los tres hombres decidieron comer en la zona, y luego de comprar los quesos, regresaron. La muerte los estaba esperando.
Algunos testigos dijeron que el auto iba haciendo zig-zag, aunque esto deberá ser corroborado por las pericias. El lugar donde ocurrió el accidente tiene una pendiente pronunciada. Presumiblemente el vehículo tomó demasiada velocidad.
FUENTE: lawebdetafiviejo.com.ar / FOTOS:lawebdetafiviejo.com.ar / lagaceta.com
sábado, 10 de octubre de 2009
Estuvieron a punto de causar un incendio en los cerros
Manos inescrupulosas encendieron pastizales en fin de semana en la zona del arroyo El Cochuchal, al pie del cerro, en cercanías de la hostería municipal Atahualpa Yupanqui.
Por suerte el fuego no se extendió y no alcanzó la dimensión del registrado hace dos semanas, cuando casi en el mismo lugar los bomberos voluntarios taficeños debieron trabajar tres días para sofocar las llamas en el monte.
Fuente: lawebdetafiviejo.com.ar
lunes, 5 de octubre de 2009
Los bomberos taficeños trabajaron durante tres días para sofocar un incendio en los cerros
El sábado pasado comenzó un incendio en el pedemonte taficeño - en la zona del arroyo El Cochuchal, detrás de la Hostería, aunque hacia el norte- que recién pudo ser controlado el martes por los Bomberos Voluntarios de nuestra ciudad.
El trabajo fue intenso y de acuerdo a los datos ofrecidos por el jefe del cuerpo, Carlos Cambera, afectó a 25 hectáreas. Debieron trabajar en forma contínua 12 hombres que solamente bajaban durante la noche para descansar.
Cambera nos contó que “al no llegar a las zonas más lejanas los equipos de bombeo de agua, tuvimos que aplicar un trabajo denominado ’secuencia de herramientas manuales’, utilizando palas, rozones, pulaskis y rastrillos. Primero tuvimos que controlar el perímetro alrededor del fuego separando el material quemado del que aún no había sido alcanzado por las llamas, se trozaron los troncos prendidos y hubo que enterrarlos para evitar que el viento reavive las brasas, y las chispas lleven fuego a otro sector. Después se enfriaron los posibles focos con mochilas de agua”.
Fuente: www.lawebdetafiviejo.com.ar
Suscribirse a:
Entradas (Atom)