jueves, 5 de noviembre de 2009

martes, 3 de noviembre de 2009

"Ser bombero es estar dispuesto a dejar el alma en cada emergencia"


El fuego furioso y devastador se ha encendido otra vez. Sus rostros muestran señales de cansancio. Sus pestañas, chamuscadas de incineraciones anteriores, se abren ante el alarido de la sirena. No importa si perdieron el casco en otra batalla o si esa tarde habían planeado llevar a sus hijos al parque. Ellos deben acudir al llamado desesperado. Y no lo dudan. En pocos minutos, los bomberos vuelven a rodearse de llamas.
En los últimos tres meses Tucumán ha registrado un récord de incendios: más de 1.000. La extensa sequía y el calor avivan los siniestros forestales y renuevan cada día el poder destructor que tiene el fuego. En este contexto, los bomberos se han convertido en verdaderos héroes anónimos que luchan en soledad, rodeados de chispas y llamaradas amenazantes.
En la provincia, la mayoría de los bomberos son voluntarios. Son 120 efectivos que dividen su tiempo entre el trabajo que tienen para sobrevivir y su pasión por combatir el fuego y ayudar a quien se encuentra en peligro. A diferencia de los bomberos que pertenecen a la Policía, los voluntarios no perciben sueldo. Los cuarteles se sostienen por el aporte de la comunidad, de empresas y de algunos gobiernos.
Sus historias están llenas de entrega y de sacrificio. "¿Cuántas vidas habrá salvado Jorge Reitich en sus 27 años de trabajo?" Muchas, aseguran sus compañeros del cuartel de Tafí Viejo. Pero quizás él no tuvo tiempo de contabilizarlas. Si tiene algunas horas para dormir, Jorge lo hace directamente pegado a la autobomba, listo para cualquier emergencia.
Los días de Reitich, de 42 años, están repletos de adrenalina, y de corridas. Muy temprano, a las 8, entra a su trabajo en un barrio en construcción, donde se desempeña como maquinista. Cuando termina su labor, a las 18, vuela al cuartel. Cambia el overol por el traje azul especial contra incendios y corre a cubrir las emergencias. A veces, se queda dormido de parado. La semana pasada pasó las noches en vela, trabajando hasta las 5 de la mañana en el basural Pacará Pintado.
Jorge no cobra sueldo, al igual que la mayoría de sus 20 compañeros que se desempeñan en el cuartel. Los bomberos sostienen que el sistema de voluntariado debe ser así y si algún día cambia ya no será lo mismo. "Esto se hace con amor; es pura pasión", asegura Carlos Cambera, que acaba de cumplir 42 años de servicio en el cuartel de Tafí Viejo.

La dura obligación
Después de haber cargado 72 horas seguidas en diferentes campos de batalla contra el fuego, Carlos cuenta que su tarea le ha costado muchas veces problemas familiares. "Tengo una sola hija y el día de su comunión no pude ir", lamenta. Su familia tuvo que aprender que él podía abandonar la cena en cualquier momento para asistir a una urgencia. Comprendieron que socorrer a alguien o evitar que un incendio le robe a un vecino todo lo que había construido a lo largo de su vida era más importante.
El sueño de convertirse en un bombero heroico pasó por la mente de muchos niños. Carlos Peralta fue uno de ellos. Pero la vida lo había llevado por otros rumbos. Hace unos años, cuando su padre falleció, decidió ser voluntario. Pasó por varios cuarteles hasta que logró conformar un grupo y abrir uno en Yerba Buena. "Siempre estuve muy orgulloso de mi padre, que era bombero. Aunque él sufrió muchas enfermedades en los pulmones por su profesión, yo quería ser igual; arriesgarme y ayudar a la gente", cuenta.
A los 32 años, Peralta acaba de convertirse en padre por tercera vez. Casi no puede disfrutar a su bebé. Desde hace dos semanas, ni siquiera logra sentarse a comer con su familia. A la mañana se desempeña como empleado público y dedica sus tardes a sofocar incendios. En los últimos tiempos, tuvo hasta cuatro siniestros diarios en el cerro San Javier. Los incendios forestales son prácticamente nuevos en la provinica. Para llegar a cada siniestro, los efectivos debieron aprender a hacer largos caminos en medio de la vegetación, de noche, sin senderos demarcados. Aunque se estima que los bomberos voluntarios tienen que donar unas seis horas diarias, algunos trabajan por estos días el doble y hasta 20 horas.
Salvar una vida, según Carlos, es muy satisfactorio. Pero también la carrera del bombero está plagada de dolor y sufrimiento. "Cuando el fuego se cobra una vida, uno siente tanta impotencia... Las llamas no respetan a nadie y hay que darles batalla", expresa.
Ser bombero voluntario es estar dispuesto a dejar el alma en cada emergencia, según Peralta. Fortaleza y solidaridad son esenciales para ellos. Porque saben que muchas veces su lucha no termina cuando se apagan las llamas y que sus hombros también sirven a la gente para descargar lágrimas.

La esencia de una vocación

- No dan más.- La seguidilla de incendios forestales y de quemas de caña tiene a mal traer a los bomberos. Por estos días, en los que se registran altísimas temperaturas, muchos se deshidratan mientras trabajan y ni siquiera pueden soportar la ropa especial que tienen que usar para protegerse. Para los bomberos la situación es atípica. Normalmente, para esta fecha, los siniestros bajan en gran medida.
- "Especie en extinción".- Quienes dirigen los cuarteles de bomberos voluntarios creen que son casi una "especie en extinción" porque cada vez se suman menos jóvenes a los grupos. El motivo, según Carlos Cambera, que comenzó su carrera de bombero a los 15 años, es que se trata de una actividad muy dura, que exige sacrificios y no tiene un sueldo.
- El placer de ayudar.- En tiempos en que para muchos lo único que moviliza es el beneficio personal, algunos eligen dar su tiempo a cambio del placer de ayudar. En el país existen 620 cuarteles de Bomberos Voluntarios. Ninguno cobra por su trabajo. Los primeros surgieron en Buenos Aires, a principios del siglo XIX, de la mano de los inmigrantes. En Tucumán, hay unos 120 efectivos en los cuarteles de Lules, Tafí Viejo, Yerba Buena, Aguilares, Alberdi, San Miguel (capital), Alderetes, La Florida, Concepción, Monteros, Tafí del Valle y Las Talitas. En otras localidades, como en Simoca, ya comienzan a armarse grupos.
- Advierten sobre los que piden en los semáforos.- Bomberos de Yerba Buena, Tafí Viejo y Lules repudiaron el accionar de algunos bomberos que en los semáforos piden dinero a la gente. Dijeron que los voluntarios no se sustentan de esta forma, sino a través de subsidios, de rifas y de ayuda de empresas. Además, señalaron que estas personas exigen ayuda en nombre del incansable trabajo que por estos días ellos realizan en los cerros y campos.
Fuente: www.lagaceta.com